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Factfulness- Como la curiosidad intelectual puede darnos tranquilidad y esperanza en la era de la posverdad

En los últimos años, debido a la cantidad de noticias preocupantes que nos rodean, tanto falsas (el famoso #fakenews) como reales, es increíblemente difícil mantener algo relativamente cercano o similar a la paz mental. A veces a los millenials se nos reconoce de forma burlona como la generación “ansiosa” o los “depresivos” que muy seguramente cuentan con prescripciones de zolof y/o de xanax para poder funcionar. Por un lado, así esto pueda ser de cierta forma cierto (las estadísticas demuestran que efectivamente el uso de estos fármacos entre jóvenes es en general más alto), es difícil culpar a nuestra generación de ser “frágiles”. Después de todo, somos la primera generación con una conexión inmediata y global (por medio de redes y canales de comunicaciones digitales). Nos enteramos de las masacres, de los triunfos de políticos populistas de extrema derecha o izquierda, las discriminaciones o actos violentos en contra de minorías, los ataques terroristas y las catástrofes naturales con una inmediatez que nuestros padres y abuelos nunca habrían imaginado.

Sin embargo, uno de los autores que me ha salvado de caer del todo en ese grave (y frecuentemente ridiculizado) problema de la angustia Millenial (y sus patologías derivadas) fue el difunto autor e investigador Hans Rosling. Médico de profesión, Rosling enfocó toda su vida a una cruzada en contra de la ignorancia. Su objetivo es no sólo educar a las personas y ayudarles a entender mejor el mundo, sino también a demostrarles como esa curiosidad intelectual podría brindarles en el mejor de los casos, inspiración para seguir aprendiendo y empezar a actuar, y en el peor, una semilla de esperanza (o posibilismo, como lo llama él) en la humanidad.  Aunque su reconocimiento a nivel mundial era tal que había logrado ser reconocido por la revista Times como una de las 100 personas más influyentes del mundo en el año 2012, como uno de los pensadores líderes a nivel mundial por parte de la publicación Foreign Policy y una de las 100 personas más creativas en el mundo de los negocios por Fast Company, ambas en el 2011, decidió llevar a cabo una última batalla en contra de lo que él llamaba “devastadora ignorancia” antes de su muerte en el 2017: Escribir un libro en el que recogía, no sólo los datos, sino también la filosofía de pensamiento con la que podíamos seguir la guerra contra la ignorancia incluso después de su muerte. Después de todo, los datos que demuestren tendencias positivas hacia el progreso en las sociedades humanas actuales pueden ser muy reconfortantes, pero estas estadísticas reflejan la situación en un momento o año determinado; apenas veamos un nuevo video de un desastre o un político haciendo comentarios racistas y sexistas, nuestra angustia de adultos contemporáneos volverá tan rápido como una gripa bogotana en épocas de lluvia. Es necesario que nos armemos con una mentalidad inquisitiva que nos permita seguir investigando, entendiendo que mientras más entendamos menos nos vamos a dejar abrumar por los estímulos que recibimos día a día por los medios que nos rodean y, que cuando entendamos esto, ignorar la pereza de buscar datos, estadísticas y hechos reales (en mi opinión, la pereza es una patología aún más dañina que la depresión y la ansiedad para nuestra generación) va a ser más fácil que nunca.    Aunque no me siento para nada digno de hacerle justicia al libro ni a la ardua, noble y valiente labor que Rosling llevó a cabo en el último año de su vida en conjunto con su equipo, haré un pequeño resumen de las conductas mentales que deberíamos adoptar para nuestro beneficio, tranquilidad y cordura mental, y la de los que nos rodean.

Antes de pensar en buscar estadísticas y ponernos a leer reportes de las Naciones Unidas o de la Organización Mundial de la Salud (lo cual muchos de nosotros veríamos como peor y más atemorizante que las noticias que vemos en redes) debemos hacer un ejercicio que engañosamente parece muy simple: aceptar nuestra ignorancia. Esto es muchísimo más difícil de lo que suena, a nadie le gusta parecer ignorante. Después de todo cuando tenemos discusiones tanto en internet como vida real, los insultos que más usan los “pensadores” actuales de todas las categorías, profesiones y estratos sociales para descalificar a sus interlocutores, son palabras variantes y derivadas de lo que uno u otro grupo asocie con la ignorancia (ej: mamerto, montañero, uribestia, fascista, godo, castrochavista, “progres”, feminazi, populista, vicioso, oligarca, imbécil, idiota, así hasta volverse cada vez más vulgar y soez la terminología). Sin embargo, Rosling nos facilita este proceso de autoaceptación al sugerir algo muy sabio: No eres tú, es la humanidad. A pesar de ser unos mamíferos cuya evolución compensó nuestra falta de fuerza física, tamaño y mandíbulas intimidantes, con unos cerebros enormes y una capacidad de razonamiento y creatividad jamás vista (que sepamos) en la historia mundial, seguimos siendo unos primates imperfectos con instintos básicos y sesgos latentes nublando nuestro juicio (además de una capacidad emocional tan grande y abrumadora que puede ser tanto una bendición como una maldición dependiendo del momento), independientemente de lo que digan las creencias religiosas de algunas culturas.

Como seres imperfectos, a pesar de nuestros enormes cerebros, nos es dificil procesar la cantidad de información que recibimos día a día. Para no caer en un estado catatónico debido a la sobreestimulación, nuestro cerebro terminó desarrollando una especie de filtro de atención. Y, ¿qué es lo que nos llama la atención? El drama y el peligro. Y esto no es sólo hablando de nosotros, los melodramáticos millenials; evolutivamente hablando, siempre vamos a retener con mayor facilidad la información que asociemos con peligro, lo cual actualmente serían las noticias con connotaciones trágicas que mencionamos anteriormente, que a su vez nos disparan esas reacciones emocionales que salvaron a nuestros antepasados en situaciones similares: Miedo, urgencia, angustia, ansiedad, tristeza, rabia, etc… Al aceptar esta naturaleza congénita y evolutiva de retener aquello que nos pone en estado de alerta, podemos llevar a cabo un ejercicio de identificar dichos estímulos y entender que, a pesar de nuestras respuestas emocionales, estos no son representativos de lo que está pasando en todo el mundo (probablemente ni siquiera en el país en el que nos encontremos). Este ejercicio no es para buscar disminuir o dar por sentado el sufrimiento de las personas, después de todo la cruzada de Rosling en contra de la ignorancia demuestra su gran empatía por la humanidad en general. Se trata de trabajar para, en lo posible, percibir el todo y podamos hacer uso de lo que de verdad garantizará que el éxito y progreso de la raza humana: La razón.

A partir de este primer y arduo paso, Rosling nos presenta cuales son los diferentes instintos evolutivos y congénitos que filtran y reaccionan a los estímulos dramáticos hablados anteriormente:

  1. El instinto de las brechas comparativas (“¡Mire como vive Bill Gates comparado a como viven en la Guajira! La desigualdad en el mundo está fuera de control.”).
  2. El instinto de la negatividad (“Ahora hay más terrorismo que nunca en Europa y Estados Unidos gracias a las inmigraciones masivas”).
  3. El instinto de línea recta (“La población sigue aumentando exponencialmente cada año”).
  4. El instinto del miedo (“Ahora me da miedo viajar a Europa por los terroristas extremistas”).
  5. El instinto del tamaño (“¡El terrorismo islámico es la mayor amenaza a la que se enfrentan las actuales y futuras generaciones!”).
  6. El instinto de generalización (“La mayoría de los inmigrantes vienen a delinquir”),
  7. El instinto del destino (“Ya no se puede hacer nada, ya el mundo está sobrepoblado y el medio ambiente se fue al demonio”),
  8. El instinto de la única solución (“La única solución es volver a los valores cristianos”).
  9. El Instinto del villano (“Todo es por culpa de la secularización”).
  10. El Instinto de la Urgencia (“¡Tenemos que hacer algo YA o en 10 años el mundo estará sobrepoblado y sin recursos suficientes para todos!”).

Apuesto a que, leyendo esas frases, no sólo identificaron más de una como creencias que han visto de una u otra forma en sus redes o conversaciones con conocidos en su día a día, sino que puede que hayan visto sus propias creencias reflejadas con alguna también.

No lo digo por juzgar, como dijimos anteriormente estos sesgos no son sólo de uno o de otro, son de todos (incluyéndome: al leer Homo Deus y Sapiens de Harari, hice un filtro dramático de lo que Yuval escribió y terminé agobiado por una mentalidad nihilista por varios meses, repitiéndome a mí mismo: “Nos vamos a extinguir y nos lo merecemos”).

Para contrarrestar esto, Rosling nos aconseja adoptar una serie de reglas cognitivas y emocionales para luchar contra cada uno esos filtros e instintos que nos ponen la vida en blanco y negro (poniendo las curas en el mismo orden de las enfermedades mencionadas anteriormente):

  1. Busca la mayoría: Separando el mundo en 4 niveles económicos, el 1 representando la extrema pobreza y el 5 lo que conocemos como el primer mundo, más del 70% estaría en el nivel 3 y 4, con porcentajes mucho menores en los dos extremos, ¿no te parece entonces que la comparación entre dichos extremos es no sólo injusta sino también poco significativa?
  2. Espera las noticias negativas: Una búsqueda de 2 minutos en google te demostrará que esa afirmación no es cierta, las víctimas de terrorismo en el 70% del mundo se han mantenido en porcentajes estadísticamente insignificantes desde la segunda mitad de los años 60s, ¡incluso teniendo en cuenta los ataques del 11 de septiembre! Así que, teniendo en cuenta nuestro filtro dramático, cual crees que va a ser el enfoque de los medios para sus publicaciones: ¿Los millones de turistas que volvieron sanos y salvos a sus casas de Europa, o los que murieron en un ataque terrorista?
  3. Entiende que las rectas perfectas no existen en estadística: Nuestra naturaleza es siempre buscar patrones o tendencias hacía abajo o hacía arriba, es importante poner los datos estadísticos en contexto: Lo que puede parecer un patrón de violencia en los últimos años, puede ser simplemente un pequeño pico que surge cada cierto tiempo. En el caso de la población, teniendo en cuenta que con las mejoras a nivel de salud y esperanza de vida experimentamos un pico en el crecimiento de la población durante el siglo 20 ( cada vez más hijos sobreviven hasta la edad adulta, por lo tanto la población sube), así como que actualmente se evidencia una disminución en el promedio de niños por familia respecto a hace 40 años (hasta países extremistas como Irán promueven el fácil acceso a los métodos anticonceptivos), la ONU predice lo siguiente: para el 2100 habrá un aumento de la población de 4000 millones, de los cuales la mayoría serán adultos, mientras que la cantidad de niños se mantendrá estable. Esto quiere decir que, ya habremos reducido nuestra reproducción y la población estaría en progreso de estabilización.
  4. Calcula los riesgos: Por muy terribles que hayan sido los sucesos, cuando secuestraron los aviones de los ataques terroristas el 11 de septiembre, los secuestros de aviones y los ataques terroristas de esa magnitud en USA no sólo no aumentaron, sino que no volvieron a suceder.
  5. Mira las proporciones: Si, hay terroristas islámicos, pero dimensiona el problema teniendo en cuenta que el terrorismo (en general, no sólo el islámico) es estadísticamente es menos significativo en causas de muertes humanas que el alcoholismo o la exposición al frio o calor extremo, mientras que la muerte por el cáncer o enfermedades cardiovasculares en decenas de veces más significativa anualmente; todo esto especialmente en el mundo occidental donde las muertes por causa de ataques terroristas no alcanzan a representar ni el 1% del total mundial de las muertes por esta misma causa.
  6. Cuestiona tus categorías: Si tu afirmación sobre inmigrantes está basada solo en comparar con… crímenes cometidos también por inmigrantes en otros países, es mejor que enriquezcas tu razonamiento con otras categorías: Evolución de crímenes cometidos por ciudadanos natos en comparación con aquellos por inmigrantes, crímenes cometidos hacía inmigrantes vs aquellos cometidos por ellos, etc… reta tus creencias de esta forma, y puede que te lleves una sorpresa.
  7. Reconocer los cambios lentos: A veces no tenemos la percepción correcta sobre las cosas porque los cambios son graduales, de la misma forma que no notas inmediatamente la subida de peso o envejecimiento gradual de tus amigos de infancia. Habla con tus abuelos, busca artículos décadas atrás: el miedo a la sobrepoblación siempre ha estado y siempre ha habido alarmas respecto a que los recursos se van a acabar en las próximas décadas, y no ha sucedido. Es importante preocuparse, pero entiende que hemos sabido adaptarnos a las coyunturas, la población y falta de recursos nunca llega a los extremos que se pregonan. Más bien, instrúyete acerca de cómo ha hecho la humanidad para tener éxito, de esta forma podrás ser un agente activo en este proceso de mejora continua.
  8. Entiende que diferentes problemas requieren diferentes soluciones (Cuando somos buenos en algo, o algo ha sido útil para nuestra vida, queremos aplicarlo a todo. Lastimosamente, el mundo no es tan sencillo. Aunque el cristianismo y el catolicismo han tenido una influencia positiva para muchísimas personas, así como también inspirado a grandes líderes como Nelson Mandela o Martin Luther King, también ha sido utilizado e interpretado como base para cometer atrocidades por sanguinarios dictadores y terroristas como Leonidas Trujillo, Francisco Franco y Benito Mussolini, o incluso actualmente por parte de muchos políticos populistas, tanto en el mundo occidental como oriental. Claramente la base en valores cristianos o católicos no es la respuesta para esos casos; analicemos los problemas específicos y hablemos con personas de otras disciplinas para entender de qué forma puede haber una solución más específica a uno u otra situación),
  9. Busca la causa, no el culpable: Para temas globales nunca va a haber una solución sencilla, ni sólo un culpable. Entiende el sistema alrededor de lo que está causando la situación y desarrolla una solución que abarque los diferentes problemas que atacan ese sistema. Como pudimos ver en el punto anterior, el regreso a la religión dudosamente va a ser la respuesta a lo que quieres solucionar.
  10. Reconocer que las decisiones raramente son urgentes: Si, tenemos que trabajar por el futuro, pero como pudimos ver anteriormente, pocas veces el nivel de urgencia que pregonan los medios acerca de temas como la sobrepoblación está basado en un análisis realista de nuestra situación. Tomemos decisiones de forma gradual, y aseguremos cambios menos drásticos e impulsivos que podrían tener secuelas no previstas. Puede que los resultados sean menos notorios, pero recuerda que son esos cambios lentos los que han caracterizado el progreso desde la época de nuestros abuelos hasta la nuestra.

Aunque no pretendo usurpar lo compartido por Rosling en su libro (el cual recomiendo que lean inmediatamente), su TED Talk (https://www.youtube.com/watch?v=hVimVzgtD6w) o su página de internet (https://www.gapminder.org/), quise ofrecerles un abre bocas para que entiendan que la solución no está necesariamente en los libros de mándalas ni en los mantras budistas (por muy útiles que sean). Reuniendo un poco la creencia del autor, siento que nuestra guerra más importante actualmente, y aquella que nos ayudará a tener una claridad más sostenible, es aquella en contra de la ignorancia. Si, tenemos que combatir el terrorismo, el cambio climático, el populismo, los brotes de pandemias, el racismo, etc… Pero aplicando un poco el punto número 9 del factfulness, creo que el sistema que más perpetúa la existencia de esos elementos indeseables es la ignorancia. Por eso, mi creencia es que mientras más personas estemos informadas con datos reales y desarrollemos un razonamiento crítico, no sólo vamos a estar más tranquilo y sentirnos con mayor control, sino que tendremos una mayor consciencia de los verdaderos riesgos a los que nos enfrentamos. Esto nos permitirá tomar un rol activo en las soluciones que verdaderamente harán una diferencia (así sea gradual), y honestamente no creo que haya algo más satisfactorio que eso. Los invito a que lean el libro, se unan a la lucha, y juntos hagamos parte de las (verdaderas) soluciones.

Gustavo Herrera

Coordinador de Procesos Administrativos