Ser feliz en el trabajo es un factor que comúnmente subvaloran muchas empresas. Todavía en muchos sectores industriales, la alegría no es lo primordial: no se han dado cuenta de lo importante que es y de lo que esto puede significar en el impulso de las carreras profesionales de los colaboradores y, por lo tanto, en el mismo rendimiento de las compañías.
Atados al punto de satisfacer las necesidades netamente materialistas, constantemente nos olvidamos de qué tan importante es apuntar en la vida, a estar realmente felices y serenos. Establecer un vínculo estrecho entre lo que hacemos para ganar dinero y la vida misma, debería ser un objetivo que todos deberíamos perseguir, en pro de que ambas cosas signifiquen bienestar.
Las empresas, de hecho, continúan invirtiendo en los sistemas de organización interna y nuevas tecnologías para volver lo más placentero posible el ambiente laboral, pero, según las últimas investigaciones, se sigue subvalorando la importancia del “factor alegría” per se.
Esta situación, a la larga, podría dar vida a toda una serie de consecuencias negativas. Cuando una compañía crece, pero de forma muy lenta y la productividad disminuye, apuntar al crecimiento de la felicidad de los propios colaboradores podría ser la mejor solución.
La alegría no sólo le da serenidad a cada persona en particular (que entonces será también más productiva en el trabajo), sino que crea y difunde una cierta armonía al interior de su equipo, empujando a los colaboradores a crear un vínculo de empatía entre sí y a confrontar sus inquietudes haciendo el bien y proponiéndose mejorar cada vez más.
La Harvard Business Review, a propósito de este tema, ha publicado un estudio que profundiza la cuestión de demostrar qué tan importante es el “factor alegría” en el trabajo.
La investigación partió del análisis de los datos que emergieron hace un tiempo, sobre un sondeo conducido por A.T Kearney en el 2018, donde fueron sometidos a confrontación las experiencias de trabajo de varias personas residentes en América, Europa, Medio Oriente, África y Asia. El universo de estudio comprendía cerca de 500 colaboradores de edades diversas, empleados de empresas con cerca de 2 mil millones de dólares de facturación (todas en áreas diferentes).
A los entrevistados, primero que todo, se les ha preguntado qué tan felices eran en su trabajo y después de esto, a las mismas personas se les preguntaba qué tanto este factor (más allá del estar contentos de tener un empleo como tal), incidía según ellos, en su performance como profesionales. Los resultados demostraron que, efectivamente, existe una fuerte correlación entre las dos cosas.
El éxito genera alegría y la alegría alimenta el éxito. Es una de las conclusiones del estudio. Organizar el trabajo de las compañías, siguiendo esta lógica, entonces, alimenta las probabilidades de desarrollo y crecimiento, creando un ambiente donde es posible aprovechar la alegría de los trabajadores para apuntar a alcanzar metas siempre más ambiciosas. Los trabajadores que dicen estar felices en el trabajo, por ejemplo, difícilmente se lamentarán de cuándo se les pida dedicación o esfuerzo adicional en un proyecto.
Los líderes de las grandes empresas, o aquellos que buscan serlo, deben dejar de pensar solo en el éxito en términos de productividad. Altos estándares, como hemos visto, se pueden de hecho alcanzar apuntando e invirtiendo mucho en el bienestar de los propios colaboradores.
Cuando dentro de una compañía el “factor alegría” es subvalorado o falta del todo, el riesgo que se corre es aquel de caminar en contra de las consecuencias negativas que, al contrario, se pueden evitar con una compañía más consciente del bienestar del recurso humano.
Artículo original de: QuiFinanza.it
Traducción por:
Daniela López Ochoa
Jefe de Medios y Comunicaciones GHerrera Abogados y Asociados